viernes, 2 de julio de 2010

Planteamiento general de lo “bueno” y lo “malo”, nuestra moral.

¿Es posible La moralidad sin Dios?

El objetivo del sistema de enseñanza elemental en las escuelas es convencer a los estudiantes de que se puede tener un sistema de ética sin creer en Dios. Ahora bien, se puede concordar con los responsables de la educación de que su postura es teóricamente posible, pero un sistema ético como este está cimentado en la arena. No soportaría la prueba del tiempo ni los azotes de la adversidad.

Ejemplo:

La Unión Soviética intentó construir un imperio sobre el ateísmo, y fracasó miserablemente. Hoy vemos en Rusia los resultados de la ética del ateísmo. Uno pensaría que los rusos, después de haber sufrido tanto bajo un régimen totalitario, se esforzarían por hacer lo correcto como reconocimiento por sus nuevas libertades. Muchos lo han hecho, pero hoy Rusia está desgarrada por el crimen, la avaricia, la ilegalidad y la inmoralidad. ¿Por qué? ¿Fue simplemente demasiada libertad, demasiado pronto, o están cosechando aún las recompensas de la ética del ateísmo?

Muchas personas hoy creen que Dios es, en el mejor de los casos, innecesario, y, en el peor de los casos, un capataz intolerante. Dicen que no necesitan de Dios para vivir correctamente, y pueden establecer sus propias reglas para la vida. Vivimos en un mundo obsesionado por los valores personales. Lo que las personas hacen depende de sus valores personales pero, como los valores de cada persona son distintos, no parece haber ningún patrón según el cual podamos vivir todos. La idea misma de basar nuestra moralidad en nuestros valores significa que hemos aceptado la idea de un sistema de ética relativista. Los valores personales han reemplazado el valor de la virtud como el fundamento para el pensamiento ético. Las virtudes hablan de algunas realidades objetivas, pero los valores personales hablan solo de decisiones subjetivas de nuestra voluntad.

Basar nuestras decisiones éticas en los valores personales es problemático. Por ejemplo, ¿las cosas son buenas porque nos gustan o nos gustan porque son buenas? El filósofo alemán Friedrich Nietzche nos diría que algo es bueno porque nos gusta. Según Nietzche, el hombre mismo es el punto de referencia universal y absoluto para toda su vida. “Dios está muerto”, declaró, creyendo que esta liberación de las demandas de cualquier realidad metafísica era una oportunidad para desarrollar su propio sistema de ética basado en su propio conocimiento.

Hoy, el mundo sigue construyendo un sistema ético basado en la tolerancia y la iluminación fuera de Dios. Los hombres han intentado muchas formas de enseñar esta nueva forma de moralidad sin Dios. Hace más de una década, escuchamos constantemente la expresión “aclaración de valores”. Fue un esfuerzo nacional para permitir que los niños fijaran sus propias normas de comportamiento. Resultó ser un desastre, ya que justificaba prácticamente cualquier tipo de comportamiento. Tal vez los educadores ya no usen la expresión “aclaración de valores” livianamente, como lo hicieron alguna vez, pero muchos todavía intentan enseñar un sistema de ética basado en los propios valores del hombre. Estos son valores que están arraigados en el concepto de bienes deseables, es decir, lo que decidimos que es importante para nosotros.

El uso de la palabra “valores” puede tener un contenido objetivo, pero debemos evaluar la fuente de ese “contenido objetivo”, lo cual nos lleva de vuelta a la pregunta pendiente: ¿es posible tener una verdadera moralidad sin una creencia en Dios?

En este ensayo vamos a tratar esta cuestión presentando los argumentos comunes contra la necesidad de Dios, y luego daremos respuestas a esos argumentos.