jueves, 12 de enero de 2012

Vivir en la dualidad



En una ocasión un amigo me invitó a escuchar una conferencia del Dalai Lama a la cual asistí con gran ilusión y mayor expectativa recuerdo que una de las cosas que más me impactó de la conferencia, fue un comentario que hizo sobre una de las causas del sufrimiento, cuando comentó: “Vivir en la dualidad implica sufrir”.
Posteriormente hizo una referencia a la “Dualidad” y a manera casi de definición mencionó “La dualidad es elegir sin renunciar”.
Para mí está claro que toda elección implica una renuncia; lo que no había analizado es, que si se elige, pero no se renuncia, se cae en la “dualidad” y eso implica sufrir.
Hace mucha lógica, pero no es tan simple de ver para mucha gente que como decía un jefe que tuve, de manera por demás coloquial “Hay quien quiere tener la botella llena y a la mujer borracha”.
Es una realidad que el ser humano tiene el libre albedrío, pero lo que nos debiera quedar claro es, que siempre que elegimos, se debe pagar un precio y que en la elección va implícita una renuncia y por demás importante es tener conciencia de la responsabilidad que conlleva el libre albedrío, por lo que se debe elegir siempre con cuidado y sobre todo disfrutar de nuestra elección.
Creo que esa parte tiene un peso en verdad importante si se quiere ser feliz.
Dicen que en una reunión de eruditos en la Sorbona de Paris, de pronto se aparece un mago y les dice: “Elijan a una persona porque voy a concederles un deseo”.
Después de una cerrada votación, eligen al que consideraron el más apto para tan difícil decisión; acto seguido el genio le dice: “Voy a concederte un deseo de entre los siguientes tres, que son los deseos que más me han pedido a lo largo de mi existencia: la belleza eterna, la sabiduría infinita o todo el oro del mundo”.
El sabio pensó con detenimiento las alternativas y finalmente eligió respondiendo: “la sabiduría infinita”.
Entre una nube de polvos de radiantes colores, se escuchó la voz del genio decir “Tu deseo está concedido” y desapareció.
El sabio comenzó a deambular por la habitación meditando, con la vista fija, ante la mirada atónita de sus compañeros. Los minutos pasaban y el silencio acrecentaba la tensión en la habitación, mientras el sabio pasaba de la preocupación a la angustia, a la vez que sus compañeros se veían unos a otros, llegando casi a la desesperación, cuando finalmente uno de ellos irrumpió diciendo: “Por favor, dinos ya que estás pensando!”.
El sabio respondió en voz baja, entrecortada, mientras le rodaba una lágrima por su mejilla, diciendo “Creo que debí haber escogido la lana”.
Esto refleja de alguna manera ese deseo perverso de querer lo que no tenemos, en vez de enfocarnos y disfrutar lo que si tenemos.
Creo que debemos hacer conciencia de que tenemos la libertad de elegir y que cuando no elegimos, también estamos eligiendo “no elegir” lo cual termina por ser una elección y al final la responsabilidad sigue siendo nuestra.
Jorge Bucay expresa la importancia de darse la oportunidad de ser libre y elegir, de la siguiente manera:
“La libertad tal y como la entiendo y la propongo consiste nada más y nada menos que en la posibilidad ó el derecho que tiene cada uno de elegir una de todas las alternativas que se le presentan en un determinado momento, esta libertad como capacidad de elegir dentro de lo posible incluye y necesita por supuesto, la honestidad de no calificar como imposible lo que no lo es, ni siquiera para negar que descarto las otras opciones por mis principios, por mis temores ó por mi conveniencia, implica la franqueza de aceptar que algunas situaciones que no puedo elegir, son en realidad producto de una elección previa.
Debo renunciar a la tentación de que no se podía hacer otra cosa para disminuir mi responsabilidad en el resultado de mi elección.
Declararnos libres es dar el paso hacia nuestra definitiva autonomía, es aceptar el costo de nuestras propias decisiones, aunque después nos demos cuenta que nos hemos equivocado, es aceptar que era posible hacer todo lo contrario y no lo hicimos, es admitir que de hecho hubo otros que quizás lo hicieron mejor”.
No podía estar más de acuerdo con Bucay y pienso que muchas veces nos convencemos a nosotros de que no teníamos elección, utilizando cualquier tipo de argumentos para no hacer uso de esa libertad de elegir, que conlleva gran responsabilidad.
Es claro también que tenemos muchas cosas que no disfrutamos por malgastar nuestro tiempo pensando en lo que quisiéramos tener.
Por supuesto que debemos darnos esa libertad de elegir, debemos luchar por lo que queremos y tomar nuestras decisiones, hacer libremente nuestras elecciones, pero no es menos importante aceptar el precio de haberlas tomado y darnos tiempo para disfrutar lo que tenemos y sobre todo lo que libremente hemos elegido, para evitar el sufrimiento de vivir en la “dualidad”.