La ley
física nos dice que a toda acción le sigue una reacción y la ley metafísica nos
dice lo mismo: que a toda causa le sigue un efecto.
Nada sucede por casualidad.
La palabra casualidad solo encierra la ignorancia de la Ley de Causa y Efecto.
La palabra casualidad solo encierra la ignorancia de la Ley de Causa y Efecto.
Existe una
solución de continuidad entre todos los acontecimientos precedentes,
consecuentes y subsecuentes.
Hay siempre una relación entre todo lo que ha ocurrido y lo que seguirá ocurriendo.
Hay siempre una relación entre todo lo que ha ocurrido y lo que seguirá ocurriendo.
Así como una
persona tiene 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos y siguiendo
para atrás al cabo de 50 generaciones, el número de antecesores se elevaría a
millones, de la misma manera, ocurre con las causas subyacentes detrás de todos
los efectos.
A partir del conocimiento de esta ley, esa incomprensible fuerza llamada
azar, ha sido abolida por la razón.
Como hemos visto en Ley del Mentalismo, con nuestros pensamientos estamos
generando causas a las cuales les seguirán sus efectos.
A través de la Ley de la Generación creamos con nuestra mente pensamientos positivos o negativos, que generarán causas positivas o negativas, creando efectos positivos o negativos en nuestras vidas y entorno físico, emocional y mental. Lo que sembremos (causas), cosecharemos (efectos).
A través de la Ley de la Generación creamos con nuestra mente pensamientos positivos o negativos, que generarán causas positivas o negativas, creando efectos positivos o negativos en nuestras vidas y entorno físico, emocional y mental. Lo que sembremos (causas), cosecharemos (efectos).
El maestro
Jesús nos dijo: por
tus palabras serás condenado o justificado. Sabemos que las palabras
son producto de los pensamientos y decretan la precipitación material al mundo
de las formas, creando causas a las cuales les seguirán efectos de la misma
naturaleza.
Si sembramos
una semilla de maíz, saldrá una planta que, luego de su fruto, nos dará cientos
de semillas de maíz. Por lo tanto, el dulce maestro Jesús nos decía: lo que sembréis, cosechareis al ciento por uno.
A toda causa le sigue un efecto del mismo signo.
Si sembramos maíz, cosecharemos maíz, no trigo.
Esto es elemental y bien conocido por todos nosotros en el plano físico. De la misma manera, en los planos superiores como el mental y el emocional se suceden los efectos generados por causas mentales y emocionales.
Si sembramos maíz, cosecharemos maíz, no trigo.
Esto es elemental y bien conocido por todos nosotros en el plano físico. De la misma manera, en los planos superiores como el mental y el emocional se suceden los efectos generados por causas mentales y emocionales.
Un pensamiento de paz cosechará cientos de estados de paz.
De igual forma, un pensamiento de odio, cosechará cientos de odio.
De igual forma, un pensamiento de odio, cosechará cientos de odio.
Conocer a
fondo esta ley, nos protegerá de nosotros mismos, puesto que somos los
generadores de nuestro destino.
Los
pensamientos no se disuelven fácilmente, estos son emitidos por nosotros, y en
su viaje se encargan de contactarse y atraer a su emisor cientos de
pensamientos de igual índole, generando causas que luego emitirán efectos al
ciento por uno.
El dulce
maestro Jesús nos dijo: Dad uno y recibiréis multiplicado de acuerdo a la
naturaleza que hubieses dado; resumiendo : lo que sembréis, cosecharás
multiplicado.
Todo
pensamiento generado en nuestra mente, todo acto realizado, tiene resultados
directos e indirectos que se eslabonan en la gran cadena de causas y efectos.
Podemos ver
que todo está gobernado por la ley universal y que la gran cantidad de leyes
existentes no son más que manifestaciones de la única y gran ley que es el
"todo".