martes, 6 de julio de 2010

Cómo reparar la brecha ética

En este ensayo hemos estado hablando del peligro de tratar de establecer un sistema ético fuera de la necesidad de Dios.

Hace poco, una editorial del Dallas Morning News, escrito por Al Casey, que llevaba por título: “Nuestro fundamento ético necesita ser reparado”. (6) Al enfatizar la necesidad de tener normas éticas elevadas, el Sr. Casey citaba al famoso misionero médico, el Dr. Albert Schweitzer: “La ética es la preocupación por el buen comportamiento . . . una obligación de considerar no solo nuestro bienestar personal sino también el de los demás y el de la sociedad humana como un todo”. (7)

Esto es muy cierto, pero hay una norma aún más alta que lo que podríamos considerar el bien de la sociedad humana. Y solo Dios puede fijar esa norma. Anteriormente, mencionamos algunas atrocidades increíbles que fueron cometidas por la profesión médica alemana “por el bien de la sociedad”.

Hay un viejo dicho que dice: “El camino al infierno está empedrado con buenas intenciones”. Los seres humanos, librados a su propio arbitrio, solemos comenzar con buenas intenciones pero, de alguna forma, sin una guía superior y corazones obedientes, perdemos el camino.

Al Casey se acercó muchísimo a la verdad cuando citó al profesor Alexander Tytler, de la Universidad de Edinburgh:

De la esclavitud a la fe espiritual.
De la fe espiritual a la gran valentía.
De la valentía a la libertad.
De la libertad a la abundancia.
De la abundancia al egoísmo.
Del egoísmo a la complacencia.
De la complacencia a la apatía.
De la apatía a la dependencia.
De la dependencia nuevamente a la esclavitud. (8)

Un consenso de normas éticas sin la supervisión de Dios se erosionará con el tiempo. El poder comienza a tomar control en la determinación de nuestras acciones. Los gobiernos hoy, están controlados en su mayor parte, por grupos de intereses especiales que pugnan por lograr influencia.

El Sr. Casey lo expresó correctamente: “En forma alarmante, Estados Unidos y muchas otras naciones se han vuelto complacientes, (cursivas nuestras)una nación habitada por personas preocupadas sólo por sus propio bienestar”. (9)

Pero no necesitamos solamente un código de ética, por más importante que sea; tenemos que volver a poner a Dios en nuestras vidas. Necesitamos someternos a su liderazgo en nuestras vidas, reconocer que sólo el Dios que nos creó sabe lo que nos conviene y sólo Dios puede revelarnos las normas éticas que en última instancia nos pueden dar la paz que buscamos tan desesperadamente.

¿Cómo lo logramos? Comienza con su libro, la Sagrada Biblia. Dios ha detallado algunos principios bastante claros sobre cómo tratar a los demás. ¿Amamos a los demás como nos amamos a nosotros mismos? Eso no es tan fácil cuando todos los que nos rodean viven la ética relativista del poder. La verdadera fuerza del cristianismo nunca ha sido el uso de juegos de poder para conquistar al mundo. Desde las Cruzadas de la Edad Media a la mayoría moral de la última década, los esfuerzos de los políticos por usar el poder político o económico para promover el reino de Dios han sido cuestionables, si no desastrosos.

El verdadero poder del cristianismo genuino siempre ha sido vivir en plena armonía con la Palabra de Jehováh y mantener una integridad ética y moral en medio de un mundo obsesionado por la auto exaltación de sus valores.

Notas:

1. Theodore Schick, Jr., "Morality Requires God . . . or Does It?," Free Inquiry (Summer 1997), pp. 32-34.

2. Timothy J. Madigan, "The Virtues of 'The Ethics of Belief,'" Free Inquiry (Spring 1997), pp. 29-33.

3. Leo Alexander, Medical Science Under Dictatorship (Flushing, N.Y.: Bibliographic Press, 1996), p. 9.

4. Ibid.

5. Maccaro, James A., "'From Small Beginnings:' The Road to Genocide," The Freeman (August 1997), pp. 479-81.

6. Casey, Al, "Our ethical foundation needs repair," Dallas Morning News, Sunday, 27 July 1997, p. 6J.

7. Ibid.

8. Ibid.

9. Ibid.

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