martes, 6 de julio de 2010

La ética de la creencia

Estamos discutiendo argumentos para remover a Dios de los sistemas éticos de moralidad. Muchos están tratando de formular una plataforma ética que está desprovista de toda necesidad de Dios.

Hemos considerado previamente un enfoque basado en la idea de que la necesidad de un legislador divino es arbitraria e insostenible.

Otro argumento, también basado en el naturalismo científico, sostiene que es inmoral tener una creencia para la que uno no tiene ninguna evidencia. El problema es que los que sostienen esta teoría son naturalistas y, por lo tanto, limitan automáticamente toda evidencia a lo que es naturalista, es decir, lo que puede ser probado científicamente. Para tales personas, poner alguna confianza en lo metafísico es una necedad.

Para estos naturalistas, todos los seres humanos nacemos con un sentido moral que se convierte en un hábito de virtud al practicar la camaradería y trabajar en nuestras luchas comunes. Es simplemente el resultado de un instinto social que nace dentro de nosotros.

Este es un enfoque muy evolucionista del conocimiento y la ética, que considera que los enfoques teístas son hipótesis fuera de moda. El discurso científico es visto como una alternativa a la fe. (2)

Como cristianos, reconocemos que el hombre es más que simplemente algo material; tenemos mucho más en nosotros que el cuerpo físico. Vemos esto en nuestra capacidad de tomar distancia mentalmente y evaluar nuestras vidas, nuestra capacidad de distinguir el bien del mal, y nuestra conciencia de nosotros mismos y nuestra personalidad, que nos hacen únicos con relación al resto de la creación de Dios.

Gracias a nuestra perspectiva cristiana, nos interesan no solo las evidencias físicas de las realidades de la vida sino también las evidencias metafísicas. Por ejemplo, tenemos este libro que se llama la Sagrada Biblia. Obviamente, es de naturaleza física, porque podemos sostenerlo, sentirlo y leerlo. Pero, ¿hay evidencia válida de que este libro contiene un mensaje de Dios? Sí; de hecho, hay incontables otros libros escritos que afirman que hay, en las páginas de la Biblia, un mensaje metafísico del Creador del universo. El testimonio histórico de las edades nos da una confirmación que nos satisface de que este libro es la comunicación misma de Dios para nosotros. ¿Podemos comprobarlo con experimentos científicos? No. Pero hemos experimentado incontables testimonios y evidencias de que este libro es más que solo físico en su naturaleza.

Como cristianos, no debemos permitir que el reduccionismo de este tiempo elimine lo metafísico en el diálogo ético. Debemos usar la verdad de la Palabra de Dios atrevidamente. No hace falta que defendamos la Biblia, porque ella se defiende sola. Solo necesitamos usarla y vivirla para demostrar la realidad de Dios en nuestras vidas y demostrar el poder de nuestras vidas cambiadas.

Cuando al hombre se le permite verse solo como un animal, controlado por instintos innatos o adquiridos, se convierte en una persona centrada en sí y en el poder. Todo se convierte en una cuestión de poder para ser lo que quiere ser, y nos quedan dos opciones: o buscamos crear nuestra propia realidad y propósito en la vida, como lo haría un existencialista, o caemos en la desesperanza del posmodernista, que dice que nada hace ninguna diferencia, y en realidad no importa lo que hagamos.

A continuación, veremos lo que puede ocurrir si permitimos que el mundo nos diga que no somos nada más que carne viva, completamente solos en este universo físico.

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